jueves, 15 de noviembre de 2012

PHILIP LARKIN [1922-1985]. POESÍA EN LENGUA INGLESA. POEMA: "NO ESTAR EN NINGUNA PARTE". EL TEMA DE LA MUERTE. VALENTÍN MEDINA RODRÍGUEZ




PHILIP ARTHUR LARKIN [1922-1985]



NO ESTAR EN NINGUNA PARTE


Trabajo todo el día, y medio me emborracho por la noche. 

A las cuatro me despierto en medio de una oscuridad insondable. 

Fijo la vista. A su tiempo, al filo de la cortina acrecerá la luz. 

Hasta entonces veo lo que realmente estuvo siempre ahí: 

la muerte sin tregua, ahora un día más cercana, 

impidiendo cualquier otro pensamiento, salvo cómo, 

y dónde, y cuándo moriré. 

Estéril interrogante, más el espanto 

de morir y estar muerto,

relampaguea de nuevo para horrorizar, para poseer. 

La mente desconcertada por el resplandor. No por remordimiento 

- el bien no hecho, el amor no dado, el tiempo que se fue, 

desgarrado y sin usar – ni porque, desdichadamente, 

se precise mucho tiempo para remontar y liberar 

una vida de sus errados comienzos, y puede que nunca se logre; 

pero sí por el vacío total y eterno, 

la extinción cierta hacia la que viajamos, 

y en la que estaremos perdidos para siempre. No estar aquí, 

no estar en ninguna parte, 

y muy pronto; nada más terrible, nada más verdad. 

Es una manera especial de sentir miedo, 

que no se esfuma con ningún truco. La religión lo intenta, 

ese vasto y apolillado brocado musical 

creado para fingir que nunca morimos, 

ese rollo engañoso que dice que ningún ser racional 

puede temer a una cosa que no sentirá, apartando la mirada 

de lo que tememos: no tener ojos, ni oído, 

ni tacto, sabor u olor; nada en lo que pensar, 

nada que amar o a lo que poder unirnos; 

el anestésico del que nadie recobra el sentido. 

Quedarse así solamente al borde de la visión, 

pequeño borrón desenfocado, con un escalofrío continuo 

que debilita y conduce hacia la indecisión cada impulso. 

La mayoría de las cosas puede que nunca sucedan: ésta ocurrirá, 

y lo certero de su cumplimiento nos hace enfurecer 

cuando estamos atrapados en el horno del miedo, 

sin compañía, o una copa en la mano. El valor es inútil: 

dicho sea, no para que otros se asusten. Ser valiente 

no permite a nadie librarse de la tumba. 

Lamentada o combatida, la muerte es la misma. 

Lentamente la luz se afirma, y la habitación toma forma. 

Como un armario, resulta evidente lo que sabemos, 

lo que hemos sabido siempre, el saber que no podemos escapar; 

y aun así no podemos aceptarlo. Habrá que decidirse. 

Entretanto, en oficinas cerradas, los teléfonos agazapados 

se preparan para sonar; y todo el impasible, 

intrincado y agrietado mundo comienza a despertar. 

El cielo es blanco como arcilla, sin sol. 

El trabajo nos reclama. 

De casa en casa, como médicos, van los carteros.




NOTAS

1. http://zumo-de-poesia.blogspot.com.es
























No hay comentarios:

Publicar un comentario