Hoy es domingo y me viene a la memoria la figura, cada vez más reconocida en la poesía española (con merecimiento), de Manuel Padorno; y la cada vez más ensalzada en la lírica canaria (igualmente obedeciendo a méritos propios), de Nicolás Estévanez. Manuel Padorno quería hacer el "poema del agua"; y le salió una estrofa, la número 44 (de un total de 45), donde se hace eco de Nicolás Estévanez (me da para mí que consideraba a este como uno de los padres fundacionales de la poesía en las Islas donde la esencia de lo canario se hace visible). Y esto lo lleva a cabo en su hermoso libro Égloga del agua [Las Palmas de Gran Canaria: Edirca, S.L., 1991].
44
Está el silencio tarde, bastaría
oírlo así después, durante siglos
eternamente el que nos siembra ciegos,
el que nos cierne juntos, en el agua
debajo del almendro para siempre
(una ramita sale) del olvido.
Una isla distinta que se tiende
en la naturaleza llameante: en la naturaleza la refleja.
ESTROFA CUARENTICUATRO Es como si la naturaleza humana tuviera otra forma de ser recordada (sin que se sepa cómo todavía).
El verso 392 alude directamente al mítico almendro de Nicolás Estévanez (1838-1914), de su poema Canarias, 1878, Canto VII:
"Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra".
Almendro cuyo follajes, como se recordará, trató de (¿y logró?) desmochar Miguel de Unamuno con su hacha dialéctica. Malhumorado. ¿Cuándo se va a asentar la madre cultural canaria? ¿En la economía peninsular, española? ¿Cuándo en poesía? Hoy es un almendro que da una sombra invisible. Canarias fue reeditado casi cien años después, en 1977, por Taller Ediciones JB, Madrid, en su colección "Paloma atlántica" de poesía.
NOTAS
- Verso 392: debajo del almendro para siempre.
- Páginas citadas de Égloga del agua: 54, 85.
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