Escritor. Académico de la Real Academia de la Lengua. Y ahora designado, por su novela Los enamoramientos, Premio Nacional de Narrativa. No le preocupa en absoluto que hayan pensado en él. Es más: ha rechazado el premio. Le importa una higa los reconocimientos institucionales. Su obra es grande sin galardones. No conspira para conseguirlos. Entre otras cosas porque le gusta escribir, ama la Literatura. La libertad de juntar palabras; sin prisas y sin pausa. Su obra vale por sí misma. Él vale por sí mismo. Pero encima tiene algunos motivos más para huir de las distinciones. Su padre, Julián Marías, jamás recibió el premio que le han concedido a él. Pensador traducido a las más importantes lenguas, y referente de la cultura española del siglo XX. Esta es una de las razones. La otra, algo que dijo ya en su artículo Cortar el revesino:
...En realidad es absurdo que en España haya tales premios, cuando este es un país al que le revienta reconocer el talento de nadie. Por eso se suele hacer póstumamente...[El País (Madrid), 26.10.2012].
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