...Te veo frente a mí, indagando tu mal que era mi silencio amoroso, ¿tu mal o tu bien?, todo amor es las dos cosas. La dicha del que en la oscuridad se topetea con otra persona y ve que al topetearse, al encontrarse y casi golpearse, el chocar sus cuerpos, producen una luz nueva, una luz distinta, una luz mágica. Desde ese momento, debo confesarlo, fui dichoso en el sentido más dichoso de la palabra: el del corazón confiado, el del gusto amoroso por la compañera, el del renunciamiento a esa pobre cosa que se llama la voluntad y que no sirve para nada, cuando se trata con la voluntad de defenderse de lo que uno ya ama, ya busca, ya huele en el aire como su destino y su razón futura de existencia.
[Guatemala, 29 de Enero de 1950-Cualquier hombre de cualquier parte del mundo, 6 de Julio de 2013]
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