Es una fortuna impagable haberse formado con profesores que, como señala Nuccio Ordine en su libro, viven "con pasión y con verdadero interés la disciplina que imparten". Maestros, ya fueran hombres o mujeres, que acaso despertaron en nosotros una determinada vocación, fomentaron nuestra creatividad, nos ayudaron a ejercitarnos en el disfrute de los bienes culturales, nos dieron ejemplo de integridad y nos hicieron conscientes de que la voluntad de conocimiento es una de las garantías principales de los ciudadanos libres.
(EL MUNDO, 30.12.2018)
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