MEGALOMANÍA:Convicción irracional del propio poder, grandeza o bondad, con delirio de grandezas.
En esa palabra fue en la que pensé inmediatamente cuando estaba sentado en la sala XX del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra (también conocida como de los Derechos Humanos y de la Alianza de las Civilizaciones). Una cúpula que había perdido parte de su gotelé una vez construida. Una bóveda que, junto con la renovación de la Sala aludida, le costó al contribuyente español 18,5 millones de euros más el 10%. Aunque yo me malicio que la cifra global exacta nunca se sabrá.
Obra faraónica en plena crisis económica, negada sistemáticamente por el Gobierno mentiroso del PSOE. Decía, a modo de muestra, el 3 de julio de 2007 el presidente Zapatero (optimista antropológico de siquiatra): <<En la próxima legislatura lograremos el pleno empleo>>.
Se estima que el Miguel Ángel del arte español, Miquel Barceló, cobró la bonita y progresista cifra de 6.000.000 de euros.
Salí abochornado del repugnante espectáculo visto. Más si pienso (pensamos todos) que el gran Michelangelo Buonarroti pintó el cosmos de la Capilla Sixtina entre el año 1508 y 1541. Barceló, por su parte, realizó su obra entre setiembre de 2007 y noviembre de 2008. El pintor Mallorquín se olvidó por completo del ser humano, de la exaltación de su anatomía y el desnudo; aspectos ambos que reflejaban en la obra del genio de Caprese, su municipio natal, el lugar que ocupaba el hombre dentro del mundo de las ideas humanistas.
!Cuántas bocas de niños del Tercer Mundo se hubiesen alimentado con ese dineral!
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