Charco de Las Palomas - Arucas
A PROPÓSITO DE UNA PRIMERA REFLEXIÓN GENERAL SOBRE LA FOTOGRAFÍA DE JOSÉ LUIS PÉREZ DÍAZ
Paisaje y hombre son dos elementos que determinan la idiosincrasia de nuestro archipiélago, a mi entender. No opinaba lo mismo un autor de referencia en lo que concierne a la búsqueda de la identidad canaria. Me refiero a Juan Manuel Trujillo: para él "el hecho diferencial de Canarias hay que buscarlo, no en el paisaje, sino en el hombre". Escribía esto allá por el año 1933 (La Tarde, 27.2.1933); y abundaba en esta idea poniendo de relieve que "la fisonomía de Canarias no la determinan unos elementos del paisaje". Pero estos la definen, sin duda y no únicamente, como realidad material que ha condicionado la forma de ver y pensar del pueblo isleño.
Y traigo esto a colación porque algunos artistas de la imagen ven en el paisaje desnudo de paisanaje una forma de entender lo canario; de apuntalar lo propio de cada isla, su fisonomía física característica para dar luz al todo.
José Luis Pérez Díaz sigue en sus composiciones fotográficas esta dinámica de recorrido por lo insular: el hombre no aparece, pero sí la metafísica del paisaje: es decir, la esencia de la realidad paisajística y del ser de lo físico canario. Ya he comentado/recreado, más torpemente de lo que quisiera, algunas de sus fotografías en torno a sus panorámicas. Quizá Isaac de Vega me pueda acompañar en este proceso de definir lo que yo entiendo que ya es una tradición de la cultura fotográfica de nuestro creador. "Queda la Naturaleza-sentencia De Vega-en una más exacta comprensión, el paisaje es vivo y llega a ser una parte del hombre. Se siente la tierra con hondura, más extrañablemente [entrañablemente], sin dialécticas añadiduras, sin torpes arreglamientos" (Literatura y vivencia, Tenerife: Academia Canaria de la Lengua, 2002, p.20).
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