Un mes y medio después escribo negro sobre blanco en este blog. Me he encontrado hasta el ordenador oxidado. De nuevo siento y comprendo que la escritura es un bálsamo contra las decepciones, la enfermedad, la muerte, el paso del tiempo... Contra todo aquello que te va jodiendo la vida hasta el final donde todo se apaga. Por lo menos, al convertir lo que llevas dentro en palabras, escapas de forma momentánea e incluso de forma definitiva (si das con un logro artístico) de este tránsito terrenal que no es más, en puridad, que caminar a ciegas dándole la mano a la suerte. Ella, la suerte, que es juego vital, siempre caprichosa, que encadena hechos unos detrás de otros. Buenos y malos. Nunca indiferentes.
Una persona, muy especial, me ha ayudado a sentarme de nuevo ante la página en blanco y abrir nuevamente mi YO a las más variadas temáticas, emociones, sensaciones. Y si logro seguir dando por saco un poco para expandir conciencias, otro punto positivo a añadir.
Después de esta confesión: al tajo.
(VMR)
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