Las Palmas de Gran Canaria es lo urbano deshumanizado.
Parece una ciudad sin alma colectiva. Solo grupúsculos ideológicos, económicos, políticos, étnicos..., resultan habitarla.
La tradición ha quedado a un lado: la herencia recibida de siglos. El único idioma que entiende esta urbe es el día a día fácil y ramplón. Consumista y chaquetero.
(VMR)
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