(A mi tío-abuelo Valentín Santana Montesdeoca)
Julio de 1990 en Cumanayagua.
Ya había ganado todos los pesos que pudo.
Eso fue en la época de Fulgencio Batista.
Nos sentamos en torno a una mesa.
El ron se hizo presente.
Recorrimos muchos tiempos y espacios.
Tanto él como yo nos vimos encadenados por la sangre común y la memoria de todo aquello que nos habían contado.
Nada cayó en una oratoria vacía.
Hoy día, los años transcurridos,
Alimentan voces y sueños
Que lo significan todo.
(VMR)
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