Durango. Las Vascongadas. Un antiguo matadero de 1884; hoy convertido en café-teatro. Mañana, si nadie lo remedia, 63 hijos de puta se darán cita en dicho lugar; es decir, etarras excarcelados por Estrasburgo (donde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos fulminó la doctrina Parot) sin cumplir íntegras sus condenas, sin arrepentirse de sus crímenes, sin colaborar con la justicia en atrapar a las ratas de su organización que aún están libres y esclarecer los más de 300 asesinatos que quedan por ser juzgados, sin dejar las armas, sin pagar las indemnizaciones a las víctimas que han quedado mutiladas o a los familiares si han muerto...Una exhibición para dejar claro que están juntos, que han vencido al Estado de Derecho, y, sobre todo, para humillar a las víctimas. Ni en Francia, ni en Italia, ni en el Reino Unido, ni en Alemania, ni en los Estados Unidos de América, por ejemplo, esto tendría lugar. En estos países se defiende la civilización frente a la barbarie. Tampoco estos valientes gudaris hubiesen perpetrado sus extorsiones, sus secuestros, sus asesinatos, en un lugar tan bello y de milenaria cultura como Sicilia. Allí la Ley del Talión, por razones obvias, hubiese arrasado con ellos. Qué pena de nación, España, centenaria y abierta en canal políticamente. De celebrarse el acto estos perros rabiosos se reirían abiertamente, una vez más, de toda la sociedad española (bueno, de la inmensa mayoría, la otra comparte su ideario asesino y secesionista).
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