El totalitarismo tiene el poder mágico de dejar a los países sin pan, sin libertad y sin porvenir. Ese es su carnet de identidad universal. Así ha pasado a la historia y con esa obscena facultad sobrevive en las naciones que lo padecen o sufren algunas de sus variantes políticas. Pero es muy importante dejar constancia de que también mata las palabras y empobrece el idioma.
En el caso de Cuba, por ejemplo, el lenguaje gubernamental se ha impuesto de manera absoluta y tiene invadido, con consignas y disparates, el lenguaje privado.
(Raúl Rivero)
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