El nacionalismo no es una ideología sino una religión. Por eso su apelación a los sentimientos es tan eficaz. No hay racionalidad ni argumentos en sus discursos porque la pertenencia a la tribu les une por encima de cualquier otra consideración. Todo nacionalismo que haya existido a lo largo de la historia se distingue por fomentar los instintos más básicos: el orgullo de ser diferente a "los otros" y el "nosotros" colectivo que es para ellos el depositario de los derechos. El individuo no es nadie si no forma parte de ese grupo dominante que convierte en enemigo a quien piensa diferente...
(Rosa Díez)
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