A cada cerdo le llega su San Martín. A los chavistas que se ahorren de darme un puñetazo (dialéctico o físico). ¡Ya tengo la cara rota desde hace tiempo! Me la rompieron en Cuba, en julio de 1990, cuando vi el Mal con rostro humano. Llevaba y lleva barba. Desde aquellos días me dediqué a pensar más en el Bien; esto es: en la democracia como doctrina política y en la defensa, como principio universal, de los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, [y] en la igualdad de derechos de hombres y mujeres (Carta de las Naciones Unidas, Preámbulo, apartado 2). Me convertí, pues, al grupo de los anti; de los antidictadores. Pero de todos.
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En la montañosa Arcadia; en el mismo centro del Peloponeso; en la cima de Liceo...Me gustaría prestarme un servicio sobresaliente a mí mismo y responderme con total exactitud lo que le debo a los otros y lo que es de mi propia cosecha.
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Ojos que vi con lágrimas la última vez
a través de la separación... (T.S. Eliot: Ojos que vi con lágrimas).
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